24 diciembre 2010

Desde Australia, Sydney - Dame amor!


Llevaba 5 meses viajando y me apetecia descansar, asi que decidi buscar un trabajo nada mas llegar a Australia. Cuatro dias despues de aterrizar en Sydney tenia asegurado un puesto en la hamburgueseria mas codiciada de una de las playas mas famosas de la ciudad. Creo que tarde poco en conseguir el puesto gracias a mi super capacidad como relaciones publicas, mi mirada acero azul y... una deuda de 10.000 dolares que la duena necesitaba pagar cuanto antes.

Pero no todo iba a ser facil. El primer dia de trabajo fue una sorpresa. Yo me imaginaba repartiendo hamburguesas y sonrisas a chicas espectaculares con ganas de probar, literalmente, mi carne. Que iluso.
Nada mas llegar a la hamburgueseria me mandan a la parte de atras, a una cocina de esas que salen en las pelis de terror y me hacen una pregunta idiota:
- Sabes martillar pollo?
- Claro, me imagino que pones el martillo sobre la mesa bien sujeto y luego lo golpeas con el pollo repetidas veces hasta que consigues darle forma de crep al martillo (sonrisa, guino y chasquido con la lengua).

Eso solo lo pense. Me limite a coger el pollo y a darle martillazos. Mientras lo hacia me di cuenta que no me habia hecho una pregunta idiota, sino una pregunta disfrazada. Era solo una orden. Igual que cuando tu madre te decia por tercera vez y con una sonrisa doblada “carino, vas a recoger tu cuarto?”.

Pero dar martillazos a pollos y quedarme sordo por el ruido no fue lo peor del dia. Los clientes empezaron a llegar. Y me tocaba ser camarero porque el pollo ya estaba totalmente plano. Escuche a la jefa gritar mi nombre (o algo parecido) y fui rapidamente para ver que queria.
- Dame amor arriba –dice mirando al segundo piso. Tenia un plato en la mano
- Perdon? Que? –respondi aterrado. 


Frente a mi tenia 120 kilos de senora hamburguesera, famosa por su constante mal humor.
 

- Dame amor arriba! Rapido! –dice mientras me da el plato y me senala las escaleras.

Efectivamente. Los nombres de las hamburguesas son estos:
DAME AMOR / MUERDEME / SALTAME... etc

Asi que lo peor del dia era llegar arriba en medio del caos y gritar:
- QUIEN HA PEDIDO DARME AMOR?

Y entonces te das cuenta que has metido una R traicionera. Los nervios? El idioma? Las prisas? Ya da igual. Por lo menos entregas la comida con unas risas de regalo.
Los nombres son ridiculos, pero hoy puedo decir que cocinamos unas hamburguesas riquisimas, que hacemos reir a la gente y que hemos repartido muchisimo amor. Estoy bastante contento. Ademas, cuantas veces puedes mirar a una desconocida a los ojos y decirle “Muerdeme, disfruta!”.

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